El confinamiento en la mayoría de los países afectados por la pandemia ocasionada tras la propagación del Coronavirus tipo Covid-19, tiene a la humanidad en un encierro nunca antes visto. La verdad es que mucho se ha hablado de las implicaciones del virus desde distintos ámbitos, y en todos ellos, la opinión de los expertos hacia el corto y mediano plazo es de una incertidumbre que choca contra el statu quo: el modo de vida que da la certeza de tenerlo todo asegurado. Ahora, parece que todo el sistema de creencias sobre el futuro pende de un hilo. Esto lo digo no con el pesimismo de que algo mucho peor ocurra, sino con la visión de que más allá de lo bueno o malo que depare el futuro, la certeza se hace aguas.

Sin embargo, dentro de ese marco incierto hay algo rápido y certero, y me atrevería a decir que es tan virulento como el Covid-19; o mucho más. Se trata de los memes, en general desde que aparecieron, y en particular desde que apareció el coronavirus a finales de diciembre del año pasado. Son esa expresión comunicacional de esta época, en la que no importa si usted tiene 40, 55 ó 19 años, tampoco importa la relevancia, precisión o veracidad del hecho comunicacional que transmiten. En ellos, lo que importa y verdaderamente interesa es que el mensaje que se transmita sea contagioso, humorístico y caricaturesco, es decir, todo un fantoche de representación teatral para niños.
Es por ello que la periodista Delia Rodríguez, utilizó la expresión Memecracia como un sistema en el que vivimos inmersos. Todo un sistema de creencias, certezas y valores, que puede ser muy divertido, pero que a su vez puede hacer daño por la misma razón que se describía arriba: su virulencia incontrolable. Es entonces cuando encontramos, dentro del confinamiento causado por la pandemia, una gran cantidad de memes sobre el coronavirus: los hay de todo tipo, mofas al confinamiento, maldiciones al virus, expresiones xenófobas hacia determinado grupo étnico, y sobre todo, burlas a las autoridades. Y es que son las autoridades, los gobierno y sus (in)acciones las que los llevan a estar más sobreexpuestos en esta era de la Memecracia.

Vivimos en una hora de toxicidad y sobreexposición a la información: los secretos de los gobiernos no están mucho tiempo ocultos y esa velocidad que expande las noticias es la misma con la que se producen millones de memes. Más aún en una época como la que se presenta ante nuestros ojos: una que requiere líderes y no oportunistas, responsables, para comunicar a la ciudadanía con seguridad, fiabilidad y en entornos apropiados, sin ser ostentosos y sin pompa, pues debemos recordar que es una crisis biológica, una reto a la vida misma, que demanda mucho de todo el mundo. Aquellos personalistas que se abrogan para sí mismos los créditos de “hacerlo bien” den un paso atrás.
Casi todas las autoridades del mundo y de Latinoamérica han cometido errores en esta crisis, en primer lugar, lógicamente por lo inédita, y en segundo lugar porque unos están menos preparados que otros para afrontarla con relativo éxito. Por ello, los ciudadanos en confinamiento no se los han perdonado. El aluvión de memes con contenido viral gracioso que se mofa de los diferentes mandatarios es gigantesco; solo basta tener un dispositivo inteligente para crearlos, recibirlos y masificarlos en cuestión de segundos al mundo entero. El sentido de Memecracia, de ciudadanía y pandemia, aborda lo que se ha visto, lo que se ve y lo que muy posiblemente se verá en las próximas semanas: mucha sátira, mofa y descreimiento hacia los gobiernos, generalmente con razón, con mucha razón en contra de los gobierno que han atajado mal la crisis. Pero no son solamente un recurso comunicacional para desprestigiar la imagen de los gobiernos, sino que muy probablemente serán un torpedo en diferentes procesos electorales.

Los gobiernos de Iberoamérica más burlados han sido los de España, México, Estados Unidos, Colombia y Venezuela, en menor medida los gobiernos de Chile y Argentina y eso de alguna manera debe revelar cómo están actuando ante el impacto de la pandemia, pero también cómo están comunicando a sus ciudadanos los avatares del virus en las naciones que administran. La ciudadanía no da puntada sin dedal y cobra a sus gobiernos de una y de otra forma también. Es por ello que quienes gobiernan no deben nunca sentir que son super hombres o super mujeres por el hecho de gobernar: deben sentir que (siempre) están en una balanza y que cada movimiento que hagan (o dejen de hacer) les generará una consecuencia, siempre.
En época de crisis, sobreponerse ante ella es responsabilidad de toda la comunidad política, entendida como todo el conglomerado de actores, intereses e instituciones de una sociedad. Sin embargo, en la real politik muchas veces, y menos en época de crisis, ocurre esa sintonía de sobreponerse con verdadera unidad a una crisis. ¿Qué roles están jugando las oposiciones a los distintos gobiernos de la región en la producción y propagación de memes para debilitar la imagen de los gobiernos? ¿Cuán cierto es que la ciudadanía espontáneamente produce esos memes? En realidad, muchas veces se tienen las agendas, las agendas b, las agendas ocultas y todo lo que signifique en política una oportunidad para estar en el poder el día de mañana, aunque la agenda pública sea de apoyo total o parcial a las medidas que toma determinado gobierno.

Estos amigos han llegado para quedarse, son esa “novedad” que irrumpió en esta posmodernidad del siglo XXI y su uso es de dominio masivo para reafirmar nuestra escala de valores, para reír, para llorar…y es que hasta un baile fúnebre de África se ha remasterizado en un espectacular video meme que hace alusiones típicas a situaciones en donde se está a punto de perder la vida. A ese respecto, circula un meme dónde la vocera principal del chavismo para informar sobre el coronavirus, Delcy Rodríguez, tose incontroladamente mientras habla de las medidas que toma Nicolás Maduro, pues bien, a esa situación se le agregó el famoso “meme del baile con ataúd”. En España, unos médicos parodiaron el mismo meme, esta vez en un acto heroico, “asesinaron el coronavirus” a través de la aplicación de videos Tic Tok.
Otros mandatarios no han corrido suerte, por ejemplo Andrés Manuel López Obrador de México, ha tenido una respuesta francamente cuestionable respecto a la pandemia. Muchas veces se le ve dando consejos ceremoniosos y teocráticos aconsejando a la gente que se abrace y en otras, él mismo da ejemplo de lo que predica: abraza simpatizantes y besa ancianos. El resultado de eso es la cantidad de memes que ha traído consigo. Él podrá estar dando ejemplo de coherencia entre su mensaje y su accionar, pero eso podría traer severas consecuencias a México. Para la gente, Andrés Manuel López Obrador no es un interlocutor válido en materia del coronavirus porque los casi 6 mil casos de México y los cerca de 400 fallecidos, alertan a la ciudadanía: ¡Algo no está bien en lo que dice el presidente y lo que pasa en realidad!
Los tres ejemplos fungen como una muestra fehaciente de la creatividad de las personas, pero también, claro está, de la política y lo político trabajando en paralelo, en múltiples agendas: unas públicas y otras ocultas.
Los memes son inherentes a nuestra época, son la forma moderna de las pintas políticas que se escribían en la antigua Roma, y el poder, los malos gobiernos con todos sus vicios y bemoles son quienes deben sentirse atemorizados por los resultados que de ellos se generen. La ciudadanía fluye con ellos, y en esta pandemia, confinados demuestra cada día una creatividad para producirlos.